Art and Trash


Daniel Spoerri, Repas Hongrois, 1963

Un placer perverso en la contradicción y el absurdo prevalece en la producción de aquellos artistas que utilizan toda clase de elementos provenientes de la cultura de consumo considerados basura: comida, despojos, paquetes, ropa, etc. Cualquier objeto que caiga en sus manos (objet trouvé), puede llegar a convertirse “Arte”.

De acuerdo con Robert Rauchemberg “El sexo del arte es la narrativa” Y es precisamente una orgía narrativa, un éxtasis absurdo de excesos y sensualidad consumista, la que se manifiesta a través de la promiscuidad de objetos yuxtapuestos, descompuestos, reciclados y reutilizados. Anarquía determinante en las ya célebres instalaciones de Jason Rhoades, Tracey Emin, David Mach, Paul Dickerson, quienes, durante las últimas dos décadas, han producido una forma de arte, que pareciera ser el resultado de un coctel explosivo, mezcla de fluxus, pop, Neo realismo y punk. Políticamente incorrecto, controversial, dudoso y junkie.

David Mach, Instalación, Adding fuel to the fire,1987

Este “Trash art” ha dejado de ser un sub género o una consigna, es el legado de las “intervenciones artísticas” de Joseph Beuys, los ready mades de Marcel Duchamp, los “flux kits” de George Maciunas, las cenas y las “anecdóticas topografías culinarias de la casualidad” de Daniel Spoerri, las acumulaciones de Arman y las compresiones de Cesar Ricard, quienes, entre otros, comparten una poética del objeto cotidiano/ urbano, un espíritu de resistencia y la urgencia de reestructurar.


Tara Donovan, Instalación, Vasos plásticos, 2001

Es hasta la segunda mitad de los años ochenta, un momento donde las posturas extremas no pueden ser ya sostenidas, cuando esta miscelánea de ideales, productos y marcas, explota en forma de materia viva y activa como metalenguaje interdisciplinario. Ensamble, escultura, pintura, dibujo, objetos, video, performance, happening, instalación, todas estas manifestaciones conforman una situación, un hecho artístico dramático, algunas veces teatral. En el cual el artista puede usar una estructura y un espacio múltiple, resultado de procesos de recopilación, acumulación, asimilación y resignificación sistemática obsesiva. Cómo en las asépticas esculturas e instalaciones de Tara Donovan, en donde entre vasos y pitillos se generan patrones morfológicos, mediante la creación de un caos ordenado, orgánicas y equilibradas geografías surgen en metástasis, como nostalgia del orden desaparecido.Lo contrario ocurre en las laberínticas instalaciones de Jason Rhoades (1965-2006) que aparecen como un tragicómico embrollo existencial de imágenes objetos y sonidos, su última instalación Black Pussy, es un fantástico escenario fluorescente, una declaración contundente, llena de vestigios simbólicos consumistas, claramente sexual, decadente , sarcástica y venenosa.

Jason Rhoades, Instalación, Black Pussy, 2006-2008

En algún lugar en el fondo del corazón de la cultura, nace un arte hibrido, después del análisis de las subculturas, delas post vanguardias, más allá de eclecticismos y exotismos. En donde delirantes cacofonías del caos conviven con la poética ingobernable de Walt Whitman, las disonancias de William Borroughs y la intensidad paranoica de Radio Head ,con las fuentes visuales de George Grosz, la gráfica popular ,el comic ,el cine, Tarantino y Lynch; alta y baja cultura se encuentran en un Inmoral extravío, lugar de todas las ficciones, un poco de glamour tercermundista y decadencia de primer mundo, estética oscuramente sublime, incomoda, subversiva y Dionisiaca.
Cristina Ochoa.

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